miércoles, 29 de julio de 2015

Tratado de la Insensibilidad



 Hago repaso de la vida y descubro que siempre he estado en un punto muerto. Moverse no sirve, e ir mejorando sólo crea una falsa ilusión. ¿Pesimista o realista? De saber la respuesta nada cambiaría. Nada. Creo que más bien fatalista o catastrofista.

Sin provocar nada de lo que sucede a mi alrededor me siento culpable. Siento como si fuese el bufón aunque en teoría esté a la misma altura que los demás. No nos engañemos, esta sociedad se basa en la ley del más fuerte, es competencia por mucho que te ofrezcan la mano. Sigo escuchando las risas, las malas miradas como si fuese el paria de la semana que le ha tocado una lotería oscura y secreta. No les puedo culpar; no me puedo culpar, así nos han educado y conocemos las reglas aunque sea de forma inconsciente.


¿Cómo ser positivo? Si leo las noticias y veo:

–Políticos intentando borrar el pasado.

–Multas, traiciones y ventas, todas multitudinarias.

–Asesinatos, tanto al pobre como al rico.

–Mafias tanto legales como ilegales.

–Mujeres confesando acosos sexuales por parte de un famoso.

–Empresas que no te dan tantos derechos como parece.

–Productos que están diseñados para beneficiar más a la empresa que al cliente.

–Más de mil despidos de un golpe.

–Dinero público que no se devuelve (con sus respectivos corruptos).

–Otro ERE.

–El paro, de tan poderoso que ya es un concepto en sí.

–La Ley Mordaza.

–Impuestos mal repartidos.

–Religiones ciegas o que se contradicen.

–Medios que ocultan hechos.

–Sexo, drogas y Rock and Roll exclusivos para políticos.

–Aumento de suicidios.

–Hospitales insalubres.

–Abuso de poder, incluido policial.

–Accidentes de todas clases.

–“Accidentes” de todas clases.

–Manipulación de información sin un motivo claro.

–Élites, casta, clubes… términos que en teoría no deberían afectarnos.

–Guerra, por supuesto.

–Millones que nadie sabe dónde se meten.

–Diputados que reconocen su inutilidad.

–Animales cazados o maltratados. Mejor no preguntar por los extintos.

–Periodistas fáciles de comprar.

–Genocidios rememorados una y otra vez como excusa.

–Que somos el último mono de Europa.

–Exceso de mentiras piadosas.

–Auto-engaño de altos cargos.

–Nepotismo.

–Organizaciones que se montan para contradecir a otras.

–ONGs que roban.

–Eventos y beneficencias para limpiar las conciencias.

–Exceso de inmigración.

–Contaminación y calentamiento global expandiéndose.

–Racismo, homofobia, machismo y femi-nazis.

–La violencia en pareja, más acallada que revelada.

–Ladrones en la cárcel vitoreados por ser famosos de turno.

–Ladrones sueltos que se les encuentra demasiado tarde.

–Terrorismo.

–Que continua lo de los camiones franceses y españoles.

–Trabajos sin sueldo (esclavismo en el siglo XXI).

–Personas obligadas a prostituirse.

–Gente que se ve obligada a prostituirse.

–Derechos humanos obviados.

–Grandes empresas aplastando o devorando a las pequeñas.

–Previsiones que pocas veces aciertan, y cuando lo hacen son catastrofistas.

–Juicios que no acaban como uno espera…

–…debido a jueces comprados ya sea con dinero o miedo.

–Extorsión, amenazas, “toques”. El matón del patio nunca murió.

–Políticos (muchos, demasiados) que se libran por el momento por la etiqueta “imputado”.

–Políticos que ni son nombrados por sus delitos, por los cuales jamás pagarán.

–Tragedias olvidadas.

–Rememorar pasados que ya no vienen a cuento.

–Leyes a favor de los más poderosos.

–Leyes contra los más débiles.

–Objeciones de todas clases en todos los ámbitos para los que no son tan ricos.

–La falta de becas y ayudas.

–Lo difícil que es ser autónomo primerizo.

–Impuestos porque sí.

–Documentos secretos.

–Material ilegal al que se le hace la vista gorda.

–Tráfico entre aduanas que cruza sin problemas.

–Tarjetas Black, claro que sí.

–Medicina cara.

–Medicina controlada o sobornada.

–Recortes presupuestarios para lo esencial.

–Más recortes.

–Obesidad.

–Virus, enfermedades, pandemias… que no se expanden.

–Virus como el Sida, que sí lo hacen.

–Enfermedades como el Alzheimer.

–Derechos comprados.

–Pueblos fantasma.

–Abandono de bebes.

–Ancianos olvidados por su propia familia.

–Catástrofes naturales.

–Pobreza en aumento.

–Desahucios.

–Familias sin hogar.

–Aumento del incide de robos.

–Ataques informáticos ofensivos sin ningún propósito.

–La Deep Web.

–Exceso de publicidad.

–Trucos de marketing rastreros.

–Trucos legales igual de rastreros.

–Prioridad a deportes por encima de otros según lo lleno que esté el bolsillo.

–Secuestros. A diario.

–La clásica pantalla de humo que nos trata de tontos y que permitimos.

–Muchas alusiones políticas que nos trata de idiotas y de las que nadie reacciona.

–Corrupción de moda incluso en el ciudadano de a pie.

–Despidos improcedentes o por interés.

–Años de trabajo y/o estudio y terminar la vida con nada.

–Acabar los estudios y que no sirva de mucho en la actualidad.

–La obligación de emigrar.

–Problemas crecientes con la jubilación.

–Exceso de población.

–Violencia gratuita.

–Exceso de violencia.

–El poder del dinero, que lo puede todo: todos tenemos un precio, sin excepción.

–Tráfico de órganos.

–Chapuzas irreparables.

–Chapuzas con víctima incluida.

–Menores aprovechándose de la ley.

–Juicios anulados o postergados.

–Niños soldado.

–Pornografía infantil en masa.

–Abusos de y a todas las edades.

–Fracaso escolar en aumento.

–Agresión al profesorado.

–Alcoholismo, en parte porque no es difícil de obtener y porque los propios vendedores y bares lo permiten.

–Borracheras a edades tempranas.

–Drogas duras y sus víctimas y consecuencias.

–Deforestación.

–Deforestación intencionada.

–Amarillismo.

–Periodismo sucio y/o sensacionalista.

–Falso periodismo o desinformación.

–Prioridad al cotilleo sobre la cultura.

–Competencia desleal.

–Agresión y robo a museos.

–Embargos de todo tipo de bienes.

–Violaciones.



Y sin embargo no me inmuto ante tal bombardeo, como si en el fondo no me importara. Aunque me concienciase, ¿de qué serviría?

Ha llegado el punto en que “nos venden” que la realidad es tanta maldad y negatividad que me siento hueco. Sé que está mal, que es injusto y que hay que hacer algo, pero en el fondo ya sé que seguiré con mi rutina. Puede que desde el principio fuese parte de su plan, saturarnos con tanta noticia pesimista para inmunizarnos, para asegurarse de que no nos moveremos cuando llega periódicamente la gran sorpresa, la guinda de este pastel de mierda.

¿De verdad puede haber tanto hecho negativo en tan poco tiempo como lo pueden ser un año o incluso unos meses? A veces parece que el hombre en verdad tiene una naturaleza maligna, y lo único que hace es engañarse a sí mismo una y otra vez.
Mentalmente hablando es un milagro que siga vivo, o quizás ya soy un zombi y moriré sin saberlo, con la desgracia que no me levantaré tras morir, con lo que al menos tendría un verdadero propósito de comer cerebros, debido a que el mío me lo desintegraron a base de un cañoneo informativo y publicitario.

Entonces, ¿qué queda? Dicen que hay que luchar, pero, ¿de qué servirá? Siento que si todos nos moviésemos no serviría de nada, porque de hecho ya se ha hecho con las manifestaciones y sólo ha empeorado las cosas. No hay que dejar de luchar, claro que no, pero, ¿lo haces tú? Porque, por mi parte, no conozco a nadie que lleve a la práctica las palabras.
Repito: ¿qué queda? Incluso si escogiese el suicidio nada cambiaría; nacimiento, vida y muerte resumidos en nada. Puede que un suicidio masivo afectase un poco la conciencia de la sociedad, pero sería eso mismo, un poco, porque a la semana ya estarían pasando la ristra de negatividad diaria tras aprovechar dicho suceso como una pantalla de humo.


He llegado a ese punto, en pensar que nada sirve para nada, que aunque nos movamos no servirá. Lo que era lógico, acción-consecuencia, ha cambiado, se ha oscurecido la supuesta fórmula del éxito hacia la felicidad. Los triunfadores dicen que la vida es una partida, y es fácil decirlo cuando estás en ese lado, pero cuando estás en el opuesto por mucho que juegues no se llega a nada, salvo a una falsa ilusión de que se está dominando el juego hasta que recibes otro golpe más de la realidad. Ya no me quedan dientes, por lo que me cuesta cada vez más digerir el paso de los días.

Con esta pseudo-referencia a El Guardián entre el Centeno me despido. Gracias por leer. Como decía cierto personaje de cierta serie que es en sí una enciclopedia: no os preocupéis por mí. Yo ya estoy muerto.

viernes, 24 de julio de 2015

Consejos para mejorar tu Vida





Agradezco a http://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2014-12-14/10-grandes-trucos-para-mejorar-tu-vida-que-parecen-ilogicos-pero-que-funcionan_482248/ por aparecer en el momento oportuno al idear este relato. Será cierto que el Universo conspira a tu favor... o no.
 

¡Mejore su vida ahora mismo con estos útiles consejos!

–Ya.

Paso número uno: ¡Sonría! Verá como su cuerpo se anima y se activa. ¡Todo será más fácil!

–Ya lo hice. No noto ningún cambio.

Número dos: ¡Mejores en una afición! Al principio será costoso y horrible, ¡pero con el tiempo ganará en orgullo y satisfacción!

–Ah. Bien. Sólo tengo una afición, y hace tiempo que me cansé de ella.

Tres: ¡Haga amigos! Cuantas más personas conozca, más puntos de vista tendrá. ¡Mejore sus futuras experiencias en compañía!

–Tengo a mi madre que da buenos consejos. Y sin gritar. A los amigos hace tiempo que no los veo. En parte les comprendo.

A por la cuarta: Comparte, sobre todo emociones y momentos… 

–Por favor, ya me he cansado de ésta lista. Veamos la siguiente:

*10 grandes trucos para mejorar tu vida que parecen ilógicos pero que funcionan…

–Sorpréndeme. Advierto de antemano que no es fácil.

Come verdura y fruta.

–Guay.

No fumes.

–Hecho.

Haz ejercicio.

–Vamos mal.

No bebas mucho alcohol.

–De vez en cuando vendría bien.

Duerme lo suficiente.

–Sin problema.

Sonríe.

–…ya está. ¿Y ahora qué?

Practica tus aficiones.

–Ajá.

Sé amable con lo que te rodea.

–¿Me portó bien contigo, mamá…? Me lo imaginaba.

No digas palabrotas.

–Me cago en Dios, ve al grano.

En apariencia, es fácil conocer los trucos básicos para llevar una buena vida. Pero no vivimos en un mundo ideal y, al final, terminamos siendo posibilistas, es decir, haciendo lo que buenamente podemos aunque no siempre sea lo mejor.

–Ya te digo.

Por lo general, es fácil descubrir utilizando simplemente la lógica –o la sabiduría popular– aquello que…

–Bla, bla, bla… veamos qué magia me tienes que mostrar.

No hagas ejercicio todos los días…

–Oh. Vale. Sin objeción.

…pero haz deporte cuando estés más cansado.

–Entonces en cualquier momento.

Come grasas.

–Mi madre me mata si engordo más.

Para adelgazar, come más.

–A ver si te aclaras.

Toma comida caliente para refrescarte.

–Carroll, ¿eres tú?

No hagas lo que le gusta a tu pareja

–Si la tuviese lo haría sin que me lo dijeras.

No te laves los dientes después de comer

–Por mi parte no lo hago.

Si quieres ser feliz, ve películas tristes.

–De hecho entre mis favoritas está “La Vida es Bella”. Vaya, tenemos en común una contradicción.

Paga en metálico si quieres adelgazar.

–¿Te refieres a que compre alguna especie de producto o contrate un régimen especial?

Ve al trabajo en metro.

–No tengo trabajo… me he cansado de estas listas, ¿por qué ninguna me tiene en consideración? No, mamá, estoy harto, por mucho que pases junto a mí no lo comprendes. Me da igual que te sientas triste, ¿eso va a arreglarme? Todo el mundo es egoísta, nadie escribe sobre gente como yo porque no aportamos nada a la sociedad, ¡como si fuese mi culpa! Si por mí fuera tendría hasta varios trabajos… qué idioteces digo, perdona. Si fuese como los demás, sería eso mismo: uno más. Andaría sin preocuparme de dietas, comiendo hasta saciarme, sin preguntarme si he ofendido a alguien durante el día. Y si me preocupara, me duraría poco. Si lo hago contigo, mamá, me preocupo. Me refiero a que si fuese como los demás me dejaría llevar por los días, y vería algo distinto a este cuarto… o estaría atrapado de por vida en la misma calle. Tendría un perro, hasta que me cansara y encima me diera pena verlo morir. No me importaría tener una novia regordeta, y en el fondo discutir debe de ser divertido… hasta que te casas. Al menos tendría un día que recordar y por el que sonreír de verdad. ¿Qué dices? Claro que mis sonrisas son sinceras, sobre todo cuando me traes de comer lo que más me gusta. Pero me gustaría también conocer esas sonrisas y risas que veo en la televisión, en esos momentos cuando no mienten o hacen anuncios. Quiero saber por qué alguien tiene derecho a hacer lo que quiera, el cómo fue que conseguimos eso… no estoy llorando, mamá, déjame en paz. No me toques, ¡largo…! … … …lo siento. Vuelve. No me dejes aquí a oscuras. Estoy harto de dormir. Si voy a dormir que al menos sea como lo hacen ellos, entre rutinas y sorpresas; entre amores y odios aunque sean fingidos; soñando por una vez en que sí se pueden cumplir los deseos. Padre me machacaba la moral, y que irónico que terminara así, parece como si sus golpes hubiesen tenido un retroceso temporal, o que también afectaran a mi alma y no supe verlo a tiempo. Los médicos me han dicho que no me queda mucho, pero lo han dicho tantas veces que ya ha perdido el sentido. Cómo odio que se equivoquen tanto. Ojalá legalizaran lo que tú y yo estamos pensando. Como ves, soy consciente de que no hablo solo. Desde el principio me escuchas, y te lo agradezco. ¿Qué le queda, si no, a alguien como yo? Gracias, espero que al menos tú sí puedas beneficiarte de esos consejos que he leído y que invaden el por doquier. Si alguno funciona, dímelo, y disculpa si no lo pongo en práctica: es verdad que no puedo. Lo siento. ¿Qué cómo hago para aguantar cada día? Pues teniendo el consuelo que en algunas cosas soy igual que los demás. Eso me hace sentir que no soy diferente, que al menos yo también me mojo y me quemo. Me queda el consuelo de saber que conmigo se usará la misma cantidad de tierra para enterrarme, sin importar quién fuera, la misma tierra que se usaría con un rey. Ey, no te preocupes por mí, hace tiempo que asumí que yo ya estoy muerto. Por eso agradezco cada minuto de vida extra que se me ha dado. ¿Te imaginas que en verdad la muerte se ha olvidado de mí? Eso sí que sería una putada, ¿eh? Espero que no te suceda lo mismo. Oh, ¿ya te vas? Vale. Entonces cuídate. Hazme caso, cuídate. De verdad. Un abrazo figurado y cierra al salir, estoy en uno de esos momentos en que me apetece estar solo. Gracias.

martes, 7 de julio de 2015

La Fina Línea entre el Humor y el Miedo




Se dice que el humor es odio camuflado. Cuenta de ello lo trae la tan abusada parodia, así como la crítica humorística a la política o sociedad actual que consigue más un sedante que un mensaje. Hasta el humor ha acabado siendo comercializado, diciéndonos desde hace tiempo cómo hay que reír y con qué.
Siendo sincero, suelo apreciar todo tipo de humor como un ejercicio entre mental y sociológico, una manera de aprender qué es lo que nos mueve a las manadas de humanos (puedes conocer la historia de una época a través de su humor). Pero hay un humor que nunca he entendido: el de las caídas, el daño ajeno. No comprendo por qué hay que reírse cuando alguien sufre. Que alguien se rompa la crisma no es motivo de risa, y menos para ser grabado, porque entonces se convierte en película snuff. Darse en el p*** hueso de la rodilla conlleva dejar de ser persona durante segundos o incluso minutos, y la risa ajena sólo afirma que, sí, el humor es una inquina oculta que no puede esconderse todo el tiempo (véase Jackass). Como se dice, un accidente con un personaje patético o del montón es humor, con alguien respetado y admirado es una tragedia.
Tras éste prefacio del lado oculto de la risa, quiero iniciar el tema de mi artículo basándome en la última afirmación: y es el humor que también puede ser horror, o que al menos está separado de ello por una línea bastante estrecha.

Cualquier situación cómica puede ser retorcida si se le echa la suficiente imaginación. Lo que puede ser un teatro de lo absurdo en un primer minuto, puede esclarecerse en el siguiente y desvelar una terrible verdad sin pizca de gracia. Una vez ahí, será difícil regresar.
Sírvase de ejemplo una mítica tira de Garfield donde se explicaba la primera palabra del gato: “Aliméntame”. La situación era divertida porque bien define al personaje en una sola palabra, compadeciéndonos del bueno de Jon –el dueño del felino– entre risas por lo espontáneo. He aquí entonces que retorcemos un poco la creatividad y decidimos que la historia trate sobre un ser extraño, imposible que sea de este mundo. Con sus ojos enrojecidos observa al hombre al mismo tiempo que emite chasquidos indefinibles. El humano se agacha y lo mira, es entonces que tanto el personaje como los espectadores revelan una posible verdad sobre el ser cuando pronuncia: “Aliméntame”. El resto es historia llena de oscuros rincones.
A su vez, Jon y Garfield serán recordados por su relación amo/mascota, que en ocasiones se invierte entre simpáticas tiras y buenos gags. Ver a una persona sufrir por la naturaleza de un gato tiene su punto entrañable, y en parte es lo que da éxito a Garfield, al que se le añade un pensamiento humano a un personaje que no va a dejar de ser una animal con todas las de la ley. Ensuciará al máximo la cocina, y encima será consciente de ello. Eso no conlleva a recapacitar, sino a reír y desear por enésima vez que el pobre Jon grite el nombre que ha dado pasta a su creador.
Es entonces que regresamos con las herramientas y damos la vuelta de tuerca (o arrancamos de cuajo lo que no debemos) y enfocamos la historia de una madre que cuida de su hijo, enfermo y deformado de nacimiento, filosofo de una ética oscura al no entender a las personas a pesar de que se le eduque del mismo modo. La misma historia de alguien sufriendo por criar a algo que le supera ahora es otra, y si el niño –obsesionado con desobedecer y con la vecina– se pasa de la raya, sabremos de forma consciente que se está acercando la tragedia.

Al humor también se le puede entender como un sistema de defensa. Cuando a alguien le cuentan una noticia extraordinaria tuerce la boca en una especie de sonrisa que no termina de serlo. No se trata de un gesto malintencionado, sino como algo que se protege de la esencia que emana lo increíble o costoso de creer. Si se llega al extremo uno se tropieza con la locura, donde es habitual encontrar risas mal combinadas con una mirada lejana y triste, como si la realidad los hubiera violado tan rápido que aún lo estuviesen asimilando.
De aquí surge también el humor negro, la versión extrema de las caídas, donde en lugar de daño uno termina entre mutilado y muerto. Quiero creer que los chistes de este estilo son huecos, por condicionamiento social y no como algo sincero, en la onda de los chistes racistas; disfrutar de lo que ofrece una película gore. Pero hay gente que no entiende el humor, que siempre habla en serio, y temo que sí hay quien disfruta con la sangre entre soplidos y risas macabras. Cuando una obra de teatro se torna real…


Este artículo se podría resumir como la risa de una hiena. Carroñeras y divertidas, devoran la carne mientras no dejan de reír. Acaso un poco como la sonrisa fría aunque afilada de la parca. Y tras esta verborrea es que me hallo perdido en un laberinto. Estoy pasando la noche con el único calor que ofrece el suelo. Apenas puedo dormir por culpa de los ronquidos de una bestia. Por el sonido que emana debe de serlo, situada quizás en el centro del laberinto. Por cómo lo escucho no será un ser grande; o sí lo es, que en verdad está lejos y que con sus enormes zancadas no le supondrá un problema alcanzarme.
Enorme o no, sus rugidos no me dejan dormir, me agotan adrede. Sin embargo temo dormir, pues en una cabezada corta he visto el rostro de dicho minotauro, de soslayo, a veces de frente; alejado, dentro de mí… era mi rostro, era mi cara pegada en el cuerpo de una sombra sólida. Visto desde fuera, al espectador le resultará una parodia, una situación que roza el absurdo de una forma que resulta terrible para quien lo vive. Es macabro, humor negro de tantos el ver cómo uno se devora a sí mismo desde fuera bajo el influjo de risas enlatadas. Desde el otro afuera habrá una sonrisa o risa, y el testigo estará negando a su vez con la cabeza. Es ese gesto lo que resume a este tema.

(Confieso que he estado leyendo La Casa de Hojas, libro del que no sé si sentir humor o pavor, porque a veces me divertía el experimento y en otras me retorcía en la demencia).

miércoles, 1 de julio de 2015

¿Soy Gay? (El Instinto de Supervivencia se Pronuncia)



(Antes que nada, quiero aclarar que éste artículo está pensado en plan pseudo-científico a base de deducciones y conclusiones propias. No dejar que las emociones se entrometan).


Repasando las reacciones sobre un artículo que escribí hará un año y medio, me planteo una cuestión sobre la homosexualidad: de ser cierto que ser gay es genético, ¿por qué todos los animales, sin excepción, tienen la necesidad de reproducirse? Si entre los animales también se dan casos de apareamientos con mismo sexo, ¿por qué sin embargo todos los individuos de una especie tienen la costumbre imperiosa de cortejar al sexo contrario a toda costa? ¿Eso significa que los homosexuales humanos están yendo contra-natura?

Analicemos puntos antes de presuponer.

Lo que nos diferencia de los animales es la conciencia. Ellos funcionan por instinto, y éste piensa en sobrevivir y reproducirse. Deducimos, por el momento, que la homosexualidad entonces no es instintiva, sino consciente.
Los casos de animales gays se suceden por esa imperiosa necesidad de reproducirse. El instinto es ciego, y necesita completarse antes de que el ser vivo muera, por lo que, quizás, no se percata con qué se reproduce mientras sea de la misma especie. Sin embargo, en algunos simios aparearse con otro macho siendo el activo significa superioridad y dominación, demostrar ser el líder viril (humillar para reafirmar su puesto en la manada).

Llegamos a los humanos, por lo que deducimos que, ser gay, conlleva tener mucha conciencia de lo que se hace. De no ser así, no se llegaría al punto de comprometerse con otra persona a formar una vida en conjunto, donde el tema de la reproducción queda suplido por la adopción. Se requiere también conciencia por las aristas que aún quedan en sociedad con el tema gay. Decantarse por este amor que cierra puertas no es una elección fácil, hay que ser fuerte y, lo dicho, muy consciente.
Sin embargo, puede ser todo lo contrario, apenas ser consciente de uno mismo hasta el punto de dejarse llevar y creer que se es gay, que lo necesita. De ser así, es imposible interpretar un papel durante tanto tiempo sin obtener consecuencias psíquicas.
Si uno tiene tanta conciencia, ¿significa que tiene poco instinto? ¿Ser gay supone tener poco instinto de supervivencia? No te atrae el sexo contrario, por lo que tú no quieres reproducirte… ¿o sí? He ahí uno de los problemas, esa atracción real por el mismo sexo que choca contra la necesidad de dejar un legado: conciencia e instinto enfrentados.
Por otro lado, cuando uno tiene demasiado instinto, se comporta un poco como un animal, sin importarle meterla a/que se la meta todo lo que se mueva, una genética ciega que, como ya se dijo en el caso de los animales, necesita a toda costa reproducirse (o sentir el placer del sexo en sí, lo que de normal no suele compaginar con lo afectivo).
Deducimos entonces que la homosexualidad es: Gran conciencia-bajo instinto o Poca conciencia-Mucho instinto. Claro está, están los casos de gran y mucho o poca y bajo, pero son excepcionales y emanan una personalidad bastante diferenciable.

Si entre los animales también hay homosexualidad, significa que no es anti-natural, pero entre éstos es un instinto, no un placer ni algo relacionado con lo que llamamos amor. Los animales son fieles a sus parejas una vez la encuentran, pero no parece una elección tan propia al agarrarse a la primera que les acepta tras el cortejo, por lo que siguen instrucciones escritas en la sangre. Temo que el concepto del amor también es un invento humano, aunque demasiado real como para negarlo.
Deducimos entonces que gracias a la conciencia podemos reescribir la genética aunque no cambie en aspecto, y que nuestro concepto de homosexualidad es único en la naturaleza, emanando de una necesidad de supervivencia distinta, aunque idéntica en esencia. Amamos para ser más fuertes y, gracias a que el instinto se adapta, podemos permitirlo a conciencia sin resultar en ello algo negativo. Cuando nos intentamos reproducir en vano con el mismo sexo, estamos emanando otro paso de la supervivencia, una evolución que comprende que no sólo reproduciéndose se consigue una superación de la especie. No significa que sea el siguiente escalón, pero sí uno paralelo que es igual de útil debido a la fuerza que siempre emana una unión. El problema podría surgir si acaso hay más cantidad de gays que heteros o hay una crisis de natalidad (improbable), pero hasta el gay más declarado romperá la conciencia con tal de que la especie continúe.


Aun así, ¿por qué no puedo evitar sentir dudas? Muchas respuestas han sido dadas, pero nada ha mitigado la confusión. Y a solas es cuando se comprende todo.
La soledad ofrece nuevos puntos de vista –forja al alma–, otro sentimiento o sensación que no compartimos con los animales, al menos no del mismo modo. Es aquí, en la nada de una vida, que comprendemos el valor que tiene ser amados. Sea uno hombre o mujer, puede recibir por igual atención y regalos de otro hombre o mujer; puede sentir calor, caricias, secretos, miradas y un eterno “etc…” de intenciones únicas.
Si uno es dejado sin conocimiento alguno en mitad de un mundo desolado, se alegrará al encontrar un igual, un algo que se convierte en alguien cuando identificamos que también tiene manos, pies, ojos, labios… nos veremos en ese otro ser, y el prejuicio no existirá porque no hay mundo donde basarlo. Hasta el homófobo más acérrimo deseará abrazar a ese ser humano sin importarle el género. Es de ese modo que surge un equilibrio perfecto entre conciencia e instinto. La soledad es derrotada y nace la esperanza, el cambio de un aspecto de tantos que siempre está en nosotros. Porque la esperanza no es otra cosa que el instinto renovado.

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