jueves, 30 de agosto de 2012

Baile de Máscaras


Internet es el baile de máscaras absoluto, la fiesta siempre soñada del adinerado sin miras. En la vida cotidiana, lejos de monitores brillantes, portamos con orgullo o no (y consciente o inconscientemente) máscaras, cada una especial para la ocasión o persona. Llega el punto en que todo se mezcla, confundiéndonos a veces de mascara con su consiguiente error o incluso al terrible punto de ya no saber cual en nuestra verdadera cara. Muchos desordenes psicológicos pueden ser por esto, o en gran parte, comprendiendo así que la principal culpa siempre ha sido de nosotros.
En Internet es eso mismo, otro lugar donde enmascararnos pero con distintas reglas. Aquí la máscara no tiene porque ser tan compleja, nadie te ve (por ahora), nadie te mira a los ojos y te intimida, por una vez en tu vida... puedes ser tú mismo, y sin miedos. Esto desemboca en toda la locura y discusión a la que todos nos hemos enfrentado, para colmo mucha veces sin sentido, en algún lugar oscuro y recóndito de la red de redes.


Un principio básico de esto son los videojuegos donde puedes crear un personaje, una total libertad de demostrar nuestra creatividad dentro de lo que limite cada juego. Aunque curiosamente, aún siendo mini-dioses en esos momentos, la mayoría de mortales optamos por unas recreaciones de nosotros, puro ego inocente pero que nos ensalza en un camino y aventura que puede que acabemos creyendo.
La cosa sigue con foros, blogs y páginas en general, donde el comentar y que alguien te pueda contestar directamente (e incluso a menudo exclusivamente) es algo impensable en nuestras infancias y adolescencias, donde nadie nos tomaba en serio y nuestras palabras volaban muchas veces a encontrarse con el viento. Quizás las nuevas generaciones no lo vean así, lo verán como lo que es y lo usaran para lo que sirve, pero aún así me temo que el ego citado sigue rondando, todo por afán de comentarios y aprobaciones.

E aquí que hay un problema, conseguir aprobación en Internet es demasiado fácil, el idealismo está a la hora del día y hay chips que confunden su programación ensalzando datos no tan vitales. El auge de la persona en donde si hay inseguridad, algo lógico en la sociedad que vivimos, acabará por crear un falso mundo con las manos de su ego. Todos queremos ser dueños del mundo, pero no por codicia, si no por ordenarlo un poco y que encaje con nuestra ajetreada vida, esa búsqueda de perfección suprema que está perdida cuando al fin comprendes que hay millones de seres más como tú, y que cada uno merece su justicia y que no todas las piezas de cada uno van a encajar en el único molde que supone nuestro mundo.
Así que optamos por crear, pero esta vez más allá de personajes ficticios donde las bases te las dan hechas y es terminar la torre, ahora es un mundo desde cero a partir de aprobaciones y de acciones bien hechas, aunque sean ínfimas. Creamos el verdadero avatar de lo soñado en pos de forjar la máscara definitiva, una que engañe a todo sentido posible, incluyendo a los demás, a seres cercanos y principalmente a nosotros mismos. Ironía para un lugar donde no suelen verse las caras.


Desde la seguridad de nuestra cueva surgen mil ideas, porque cuando nos sentimos seguros es cuando la creatividad surge mejor, actúa en consecuencia sabiendo que no hay nadie alrededor para impedirlo. Vamos de una cueva a otra y dentro de ese mundo, donde todo es un juego pero con reglas muy reales, vamos viajando a la velocidad de la luz para dar a conocer nuestra apariencia, nuestro ser definitivo que aún así no miente a pesar de usar mentiras, es nuestra verdadera esencia, es lo que realmente queremos ser y todo gracias a que no existe el miedo, el único censor del ser. Pero todo tiene un lado malo, y peligroso si no se tiene cuidado, y es que aquí el ego en su verdadera forma si es dañado se ve afectado de una de las formas más terribles que se puedan imaginar, logrando así en consecuencia las respuestas más sinceras y directas por no existir ese censor citado, que por fuera lo controla siempre todo para que no rebasemos la raya en pos de nuestro bien.
Internet es un fiel reflejo de la realidad, al igual que nos dañamos y nos volvemos más fuertes en contra-ello, pues sucede igual en lo virtual, pero con otros sistemas y siempre a partir de las reglas que surgieron por unanimidad no hablada.


Un planeta donde se demuestra esto y desarrolla los egos más poderosos es, sin duda, Twitter. Aquí se juega una estrategia muy efectiva, decir mucho con poco, por lo que solo los que vengan más fuertes de serie pueden sobrevivir semanas en este lugar, alcanzando la perfección de la máscara soñada. Pero la real estrategia de este lugar, un término excelentemente pensado es el de la palabra “Seguidor”, comprándose al ego en menos de un segundo, bravo.
La imaginación se activa, nuestra inseguridad tan segura en estos lares comienza a darse cuenta de todas las posibilidades y reinados por conquistar, todo lo que tiene y puede decir y la de gente que lo va a escuchar, comienza una batalla sin mal por instaurar a un rey invisible con la mejor personalidad posible.
Este campo de entrenamiento es tan efectivo que incluso las almas más débiles y tímidas van subiendo los escalones por su propia cuenta si saben ser persistentes. Pero no digo ya si alguien en la altura le echa un cable o cuerda para que trepe, facilitando caminos y todo por puro altruismo. Parece un fiel reflejo de lo que insiste en remarcar las filosofías más básicas de persistencias y ayudas al prójimo que tanto bien desean, por fin cumplidas de una forma visible.
Se busca la utopía perfecta fuera, pero ya se halla y existe dentro, en este reflejo del verdadero ego como lo es el pájaro azul u otras tantas redes sociales hermanas. Esa ciudad perfecta donde todos comparten sin pedir nada a cambio, un lugar donde expresarse y aprender, un lugar donde forjarse a si mismo y desarrollar la creatividad por una vez para evolucionar como personas.

Aparte del término Seguidor, surge otro punto fuerte que evidencia que esto es una guerra sin bajas por parte de egos: el término “Hashtag”, siendo claramente ideado por la misma mente de genialidades padre del anterior término. Una palabra que puede dominar y conseguir un redil en tiempo record, la verdadera arma que puede ser desde poco efectiva a una de destrucción masiva, todo si se sabe utilizar. El Hashtag es pura expresión de lo que verdaderamente pensamos o sentimos. Mientras que en el corto texto decimos sin miedo que pensamos de serie, el Hashtag desvela pensamientos más profundos y cortos, palabras directas de lo que buscamos y de nuestras verdaderas intenciones. Es cuando al mostrar esa verdadera naturaleza que otros entes iguales deciden adorarte para que ganes poder y sigas existiendo, todo por pura base de intentar aprender, aparentar, o lograr algo contigo. Quien sabe si en la vida real al mostrar esta verdadera naturaleza no es igual de efectiva...

Aunque todo tiene un lado malo, como siempre, y es en ese forjar de egos donde se va creando la falsa adoración por inercia, la aprobación automática y el idealizar a entidades que en realidad son personas reales, pero que poco a poco olvidamos ese detalle y lo consideramos algo no real si no se tiene cuidado, algo que nos habla desde dentro de nuestro ego que va creciendo y creciendo de una manera nada mala, al menos dentro de la utopía. Si se lleva ya al exterior...
Hay también un surgir de falsa modestia, pero bastante natural sin embargo, donde empatizamos con el alrededor y donde al parecer se es correcto en todo. No se puede caer mal a nadie, así se asume, surgiendo al final un teatro más elaborado y con mejores actores que el que hemos montado en la vida real.


Poco a poco el exterior se convertirá en un lugar donde será difícil tratar a la gente en persona, porque todos estaremos tan acostumbrados a querernos como hermanos dentro del otro mundo que querremos que siempre sea así, huyendo de fastidiar ese buen sentido al enfrentarnos a la realidad, donde la inseguridad en pura esencia aún no se ha mudado porque no sabe ir a ese lugar de fantasía y perfección.
Si huíamos de la religión, demasiado tarde, en estos lugares hay miles de miles de dioses con seguidores normalmente fieles, de los cuales también tienen cabida los que se alejan por que han perdido la fe y marchan en busca de otros caminos y respuestas. Quizás vuelvan algún día, cuando el dios se haya corregido y sus dogmas se adapten más a sus necesidades. Y si nos paramos a pensar, ya no hay mortales, solo entidades de poder que se hacen notar con facilidad, todo porque alguien arcano nos dejó las herramientas ahí. Muchos llegaron y ya estaba todo, y ni siquiera se preguntan. Otros investigan y encuentran respuestas, quizás se dediquen a crear más mundos para que las divinidades puedan habitar.



En resumen, todo es un baile de máscaras, cada vez menos real en lo cotidiano pero demasiado palpable en Internet. Sencillamente la fiesta ha aumentado de presupuesto y de anfitrión para que ahora todos los invitados se sientan más a gusto y cumpliendo sus necesidades. Lo de bailar con solo una pareja ya no se lleva, ahora se lleva bailar con todas y girar todos a la vez al unísono mientras olvidamos los miedos y encontramos por fin la felicidad desde una seguridad real.
Quizás sea la evolución lógica del ser humano, desarrollar el ego hasta extremos inimaginables, sin hacer daño y en pro de creatividad personal. Puede que esos miedos infundidos sean ilógicos al ir en realidad por el buen camino de convertirnos en la sociedad perfecta, una única célula donde todos nos relacionamos sin problemas, un baile de máscaras caótico en perfecto orden.

domingo, 26 de agosto de 2012

Ajeno



Cuando se es ajeno a la realidad hay varios caminos por surcar, escoger lo que se nos propone o cambiar por experimentar. La realidad es tal cual, inamovible, ¿te puedes creer entonces qué es de lo más mutable que existe? Contradicciones, acostúmbrate a ese palabra y tendrás más posibilidades de sobrevivir.


Acuéstate en el sillón o sofá favorito, toca su textura, siéntela, de eso está hecha la realidad. Pero, cada uno percibe las cosas de una manera, se supone, ahí queda el asunto porque nadie se pone de acuerdo. Solo sé que se puede tocar, sentir, analizar, apuntar en una libreta y aumentar el montón de datos ya existentes de lo supuestamente existido. Que ganas de acumular, ya sea físicamente o hipotéticamente, que ganas...
Pero si la cosa solo quedase ahí... aparte de lo físico, de la realidad que ya estaba ahí antes de nosotros, está lo metafórico, ¿cómo? ¿Añadir más cosas al montón? Que ganas por favor... ¿y cómo se come eso? Pues de manera literal seguro que no, pero si figuradamente escarbando en la mente, es más fácil de lo que parece.
Coge un objeto favorito y dale un beso, tal cual, ¿qué se siente? Aparte de tonto perdido pues le estás dando un valor a esa cosa, un sentido que de otra forma no podría tener. ¿Qué estamos locos? Pues al parecer no, porque cosas así las hacemos todos y todos los días.


Otro punto a tratar es exagerar lo imposible, bueno, mejor dicho, lograr lo que no se puede. Intenta besar el sol, ¿a qué no puedes? Pero si te pones desde un angulo concreto pues... ale, conseguido, ¿qué es hacer trampas? ¿Quien ha dicho que la vida y realidad tengan reglas? También te digo que te lo puedes imaginar, o dibujar, o escribir o... cuanta cosa, tantas, que al final olvidamos como es vivir.
Es tan correcto decir que somos ajenos a lo que vivimos como que no, somos dos caras que viven lo mismo, sienten por igual pero sacan conclusiones diferentes. ¿Qué es la realidad entonces? Algo que seguro que está ahí porque lo pisamos pero algo que... es inestable, muta a nuestro antojo.


Cuan necesaria es una asignatura en el colegio sobre la vida, un "Como vivir y comprender la vida", cuan necesaria es. Aunque me paro a pensarlo mejor y creo que no sacaríamos nada en claro, sería una asignatura inútil donde aprenderías de todo, única en su especie, o no. ¿Es acaso la especie humana una manía en sí? Manía por querer perfeccionarlo todo, catalogar, desear, buscar, preguntar, responder, huir, abrazar, convertir... somos manías con patas, y ya no sé ni lo que digo.


Al final optamos por lo sencillo como diría esa teoría. Al final optamos por sentarnos en el sofá boca abajo y dejarnos llevar, por el más absoluto de los movimientos quietos mientras dejamos que la vida siga haciendo su papel, mientras la mente sigue disfrazando la realidad para nuestra comodidad.
Se asoma el sol, tan puntilloso como siempre, él si que no tiene problemas de hacer su trabajo, y ni siquiera le pagan... hasta bocabajo mola verlo. De frente, de lado... que perfección. Un segundo después ya no es lo mismo... ... ... ...se podría ir un rato al cuerno la vida, ¿no?

viernes, 3 de agosto de 2012

Del porqué ya no hay revoluciones



Hace poco leí de la música actual un dato que no hace falta recalcar para darse uno cuenta: últimamente hay poca variedad musical. Y no nos referimos a estilos, si no más bien a variedad compositiva como pueden ser ritmos y armonías. La fórmula sencilla pero efectiva se ha implementado tanto que ahora ya no hay quien nos saque de ahí.


Al mundo le hace falta una revolución, y no hace falta que lo diga yo ni nadie para que más de uno lo piense. Y aquí es donde quiero incluir a la música, porque siempre he pensado que la música que está moda, así como la que escucha cada uno sea similar o no, representa muy bien la personalidad, tanto del individuo como de una sociedad o cultura. Varios psicólogos te podrán decir que se puede saber mucho de una persona a partir de lo que escucha, por lo tanto, la música que más se oye en general es una viva representación de nuestra sociedad actual.
Aquí es donde veo una necesidad de revolución musical, porque a partir de un suceso así pueden cambiar muchas mentes y empezar a expandirse y aplicarse a todo tipo de ámbitos. Ejemplos ya se han visto en el pasado, donde músicos de renombre como Hendrix o Lennon movían masas a partir de su mensaje musical, tan disfrutable por fuera pero crudo y realista por dentro. Los paranoicos dirán que por eso fueron asesinados (del primero nunca quedará claro), para que los políticos y líderes pudieran quitarse de en medio gente que les hacía sombra. Este punto es interesante a reflexionar, ya que conozco más músicos convincentes que políticos. Si uno es de estos dicharacheros, ¿no es para temer o sentirse presionado ante una competencia que convence a todo tipo de ideologías? Una vez más, la música demuestra que es universal.


Para que haya una revolución hacen falta muchos elementos, tanto casuales como a propósito, algo como ya pasó con The Beatles o con los Sex Pistols. Los primeros fueron una revolución musicalmente hablando y el primer fenómeno exagerado de fans histéricas. Luego se les fue la pinza y tuvieron el mejor momento que un músico podría soñar, complaciendo tanto a exigentes como a sencillos. Fue corto pero intenso, y que se vuelva a repetir algo así es casi impensable. El segundo caso fue similar y más corto aún, y es el que más nos hace falta actualmente, un grupo de gente que más que demostrar lo bien que componen o tocan, te sueltan un mensaje en la sesera y te dejan loco, replanteandote muchas cosas. Este potencial es realmente efectivo, no es de extrañar que varios tipos serios lo vieran como peligroso y actuaran en consecuencia, comenzando con su arma más básica: desprestigiar a partir de la prensa. Pero esta historia ya ha sido contada en muchos lados.
Ahora imaginaos algo así en nuestra sociedad actual, que de repente cuatro parados muy enfadados montaran unos Pistols y se pusieran a parir al gobierno de una forma nunca antes vista, y con tanta garra y expresividad en su música que te dieran ganas de ir a la Moncloa a pegarle fuego. Esa es la fuerza de la música de la que hablo, pero me temo que ha sido tan sedado y parodiado el método que ya nadie se tomaría en serio sus derechos. Esa es una de las tácticas, convertir algo en moda para rebajarlo. Luego de eso, pues vamos ofreciendo al pueblo métodos donde poder desahogarse, Internet, por ejemplo, lugar donde puedes expresarte todo lo que quieras y relajar tu ira, así se aseguran que no la descargues contra los culpables. Es que aún encima ni se esconden, están seguros de sí mismos y todo gracias al escudo de placebos que se han montado para nosotros, donde podemos pegar puñetazos y cabezazos sin que ellos se vean siquiera rasguñados.

El caso Beatles es igual o más difícil. Para que ocurra una nueva revolución de sonido y nueva variedad musical, así como la aparición de un poeta del pueblo, no general, si no mundial, sería unos puntos casi imposibles actualmente. Primero porque las discográficas se preocupan de no vender música demasiado protestante, y si lo permiten, es más de lo mismo donde la gente ya ni se inmuta, solo aquellos que acaben de descubrir las críticas. Y luego, porque censuran, si ven que algo no les conviene o no es adecuado según su prisma, pues ale, a recortar que si no “eso no vende” (cuan seguros de sí mismos están siempre al opinar esto). El artista, claro está, le toca tragar, ya sea por necedad, ganas de fama y decepción o por necesidad de ganarse el pan. Aún así veo cierta esperanza, todo gracias a la auto-promoción y venta propia que poco a poco tantos artistas están tomando, hasta que, claro está, las empresas que les ayudan se vean obligadas a controlar y censurar el contenido de estos independientes.
Mirad si es difícil el tema de que surja otra revolución musical que sería como que, de repente, Justin Bieber (ejemplo por ser de lo más vendido y de repercusión en seguidores similar a los de Liverpool) se dejara de repente de hacer conciertos y le diera por hacer música experimental, inventara nuevo género ¡y se le diera de maravilla! Suena fantasioso, pero ya sucedió una vez.

Precisamente por eso que ya sucedió por lo que, quien rayos quiera estar detrás de todo esto, puso medidas contra ello, convirtiendo a una de las fuerzas más poderosas que tenemos y la durmió en un sueño de Singles, remixes y censuras hasta tal punto que hoy en día ya no nos planteamos siquiera que alternativas hay a la hora de crear música, de experimentar o de investigar. Algo irónico teniendo Internet, donde todo tiene cabida y descubrir está al alcance de la mano. Pero hay otra medida preventiva ahí, como el día a día que nos ha vuelto tan cómodos y rutinarios, que ya no tenemos programado el cambiar de ruta con facilidad, así seguro que no nos salimos del carril y nos vamos por sendas “peligrosas y equivocadas” donde puede expresarse nuestra ira contenida. Al final dicha ira la paga quien menos se lo merece: nosotros mismos.


Esta rutina está bien representada en la música actual, tan lineal hasta tal punto que cuesta diferenciar alguna que otra canción. Es lo que tiene cuando centras todo en hablar siempre de los mismos temas (el amor mueve al mundo, pero no de la manera que lo plantean los ídolos de turno) o se oye más el ritmo que la fuerza de la música y su mensaje. Si tienes a todos entretenidos bailando, de seguro que sus protestas relegadas al olvido de algún rincón de la memoria de una conversación o de un blog o tweet de este océano, no toman esa fuerza tan temida, esa necesidad de revolución.

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