lunes, 25 de febrero de 2013

Todo Sigue Siendo un Juego



Nada ha cambiado desde niños, todo sigue siendo un juego; sólo que ahora nos lo tomamos más en serio:

Nos explican reglas a seguir, las obedecemos o no, penalizando y dificultando nuestro objetivo de ganar si no las cumplimos.

Nos organizamos en grupos y vamos haciendo todos lo mismo, valorándose aquellos que lo hacen mejor y ganándose el favor de los demás jugadores cuando tengan que ser elegidos la próxima vez.

Competimos, pero ahora vamos a matar si hace falta; todo sea por ganar el juego.

Aprendemos, algo que nunca se dejará de hacer, donde los nuevos conocimientos pueden ser menos inocentes o permitidos por los demás jugadores.

Sigue habiendo emoción, pero se muestra distinta, jugándonos (quizás, literalmente) otros aspectos más serios.

Podemos seguir apostando "cromos" o "tazos", pero con una garantía de valor bien diferente.



Es lo normal si de niños nos enseñan jugando, así que seguimos actuando como aprendimos.

sábado, 23 de febrero de 2013

La empatía



empatía

  1. f. Sentimiento de participación afectiva de una persona en la realidad que afecta a otra:
    la empatía consiste en ser capaz de ponerse en la situación de los demás.


Cuenta la leyenda que hay una emoción universal por desbloquear dentro de nuestros cuerpos. Un tesoro al alcance de la mano que lo puede todo, o al menos tantas cosas como:

Comprender nuevos conocimientos.

Comprender problemas de todas clases.

Saber evaluar a la hora de comprar.

Para ser político.

Aguantar las batallitas de abuelo (y no tan abuelo).

Para escuchar música.

Saber reírse de un buen chiste.

Saber reírse de un mal chiste.

Para mentir.

Identificar mentiras.

Crear.

Bailar con alguien.

Saborear y recordar.

Comprender porqué se alucina tanto con la última peli de moda.

Angustiarse del porqué se alucina tanto con la última peli de moda.

Actuar.

Prometer.

Decir la verdad.

Sentir que respiras.

Sumar notas y resulte en una melodía con sentido.

Decir más con esa melodía que con palabras.

Imitar.

Robar personalidad.

Hacer sonidos con la boca.

Llorar.

Llorar de verdad.

Conocerse a sí mismo.

Filosofar.

Ser médico.

Formar una sociedad.

Querer a alguien.

Aceptar a la familia.

Desear una familia.

Disfrutar de una película de venganza.

Vivir una película.

Cantar.

Viajar y disfrutar más los detalles que los museos.

Entender los porqués de la historia.

Disfrutar el sexo.

Hacer el amor.

Captar cualquier clímax existente.

Disfrutar los viajes en tren.

Recordar.

Olvidar.

Dejarte llevar.

Salvar una vida.

Agradecer.

Para saber cuando es suficiente y cuando no.

Encontrar en esto cierta similitud con el final de Monkey Island 2.

Escribir un diario.

Animar en la mente una foto.

Imaginar posibilidades.

Imaginar ficción.

Hacer cara de poker.

Irse de fiesta y recordarlo.

Jugar y disfrutar un videojuego.

Disfrutarlo más a varios jugadores.

Obligarte a ser delincuente.

Respetar.

Identificar que giramos y nos movemos a miles de kilometros en medio de la nada.

Comprender lo que de verdad significa una vida.

Concebirla.

Que tu ficción supere la realidad.

Fascinarse con el Universo.

Ser consciente de tu propia existencia.

Ser consciente de lo que supone o supondría realmente un “etc...” en esta lista.



Aún con esas, hay seres que no la dominan; o lo que es peor, la imitan a la perfección. Esos seres están por todas partes, siendo en su juventud cuando más se delatan, pero a lo largo de años de práctica logran adaptarse y camuflarse entre las emociones. Así surge una falsa empatía idéntica en casi todos los aspectos, salvo, claro está, en lo que se siente de verdad hacia lo tercero. Cuando ríen son forzados en su fondo, cuando prometen lo dicen con el pecho vacío, y a la hora de ignorar las exigencias, se vuelven unos maestros al no acumularsele nada en la conciencia. Todo esto en un juego que hasta ellos mismos se creen de tanto que se ha interpretado, ya que toda mentira contada cien veces deja de ser mentira...


Ahora todo es un cúmulo, una mezcla, todo en parte gracias a la evolución, todo en parte por la supervivencia. Todo, quizás, por pura costumbre de donde vivimos.

jueves, 7 de febrero de 2013

El Bueno, el Feo, el Malo: La Vida, la Muerte, la Suerte




*Petao de Spoilers*


Entre estos dos findes con mis amigos hemos visualizado de nuevo "La Trilogía del Dolar", tres indispensables del cine que por culpa del "Indios y Vaqueros" en este país han sido un poco desmerecidas. Dos ironías, pues en principio porque no sale ni un solo indio, y la otra por haber sido rodadas precisamente en España, por Almería.

El revisionado me ha servido para apreciar mejor la esencia y profundidad que suponen todas las obras entre sí, con conceptos y filosofías para los que gusten, como yo, buscarle los tres pies al gato. Ahora mismo tengo reciente "El Bueno, el Feo, el Malo", así que a partir de ella abarcaré un poco lo que supone el maestro Sergio Leone.

La primera pista que notamos es que los personajes principales que dan título al asunto no tienen nombre, centrándonos o llamándonos más la atención el personaje de Clint Eastwood, todo por ser en teoría el mismo buscavidas de las dos cintas anteriores. Gracias a este dato, dejamos a un lado la "banalidad" que suponen los nombres, alentándonos a que es lo de menos y que de lo que de verdad hace a una obra o te ayuda a adentrarte es el concepto, esencia y carácter de los propios personajes.

Yendo por estos derroteros, podemos afirmar que "El Bueno" es la vida, "El Malo" la muerte y "El Feo" la suerte. Tres conceptos o representaciones que se agarran de la mano y definen perfectamente, o al menos abarca, todo lo que supone un ser humano.
La trilogía gira en torno al dinero, el verdadero causante de las tres historias y que trae de cabeza a todo personaje posible implicado. En torno al poder verde gira precisamente también los tres conceptos que se han indicado, mostrándose tres puntos de vista totalmentes diferentes pero que comparten la misma esencia.

El Bueno, o Rubio, es quien otorga la vida durante todo el metraje a su compañero, El Feo, o Tuco. Ambos se odian a rabiar, incluso intentan matarse entre ellos, pero saben que no pueden vivir el uno sin el otro. Su juego para ganarse la vida se ve peligrado cuando el cúmulo de casualidades les hace cruzarse con El Malo, o Sentencia, hecho que se confirma cuando Rubio se cruza la mirada de nuevo con él ("Mira Rubio, ¿ese no es Sentencia?" asegura Tuco), situación que le hace pensar y dejar de repente ese estilo de vida y abandonar su suerte (literalmente) para ir por otro camino lejos del otro personaje siniestro.

Pero tentar a la suerte conlleva sus consecuencias, y esta decide brindarle un sin fin de situaciones muy casuales donde la muerte le recuerda quien es como si desde aquella mirada ya supiera lo que se le venía encima. Al rubio no le toca otra que reconciliarse con la suerte, convirtiéndose de repente todas sus situaciones en conjunto en algo arriesgado, recordándonos que "Para vencer, hay que arriesgar".
Conformen se acercan a su destino de dichoso dinero, la muerte cada vez anda más cerca, y aún sabiéndolo, la vida y la suerte se lanzan al río por notar que es algo que merece la pena. Una vez que la muerte es derrotada, la gloria es el premio, donde el protagonista nota que ya que tiene la vida resuelta, puede dejar de abusar de la suerte y, ahora sí, dejarla de lado, demostrando que la suerte no es algo que aparece sin más, si no que hay que buscarla, y en esos momentos ya no será necesaria por decisiones; como la vida misma.


Hay otro detalle curioso que nos confirma que la película es el inicio de la propia trilogía (o un intento muy bien pensado de hacer un ciclo sin fin entre ellas) cuando Rubio encuentra el tan famoso poncho que le caracterizaba en las otras dos. Esto puede explicar por que el gran Lee Van Cleef interpretó al coronel en la segunda "La Muerte tenía un Precio" con rol muy similar. Clint Eastwood, aquí llamado El Manco, se percata de la esencia de tal personaje, de que es la propia muerte que viene a buscar al malo de turno a través de él. Esto nos deja a entender que, o bien El Manco recuerda en el coronel al personaje de Sentencia y por ello de ese mismo aspecto, o que realmente tal hombre no estaba ahí, siendo de verdad la misma esencia de la muerte en un juego entre personajes que repitió Shyamalan más tarde pero de una forma más evidente y ligera. Por ello quizás el coronel aparenta alguien tan frío y siempre de negro que imita o realiza las mismas ideas que el otro protagonista (incluso adelantándose de lugar sin explicación), dándonos a entender que el concepto está junto a él para avisarle de que la muerte está cerca hasta que cumpla el objetivo de matar al villano.



Con esto, observamos que la película “El Bueno, el Feo, el Malo” define muy bien lo que supone vivir. Unos, simplemente viven largo y tendido sin llamar nunca la atención de la muerte al no tentar a la suerte, pero otros, buscan a la suerte aún sabiendo que la muerte puede adelantarse, recordando de nuevo esta trilogía, y yo mismo, que siempre hay que buscarla para obtenerla.

Es quizás que las grandes obras son las que siguen levantando desvaríos tras tantos años después, o simplemente aquellas que se centran en explicar sin palabras las esencias más complejas y sin embargo muy básicas. Las cuales, por mucho que se repitan ya de cuentos de niño, siempre son bienvenidas para refrescar nuestras ideas y alma. Una lección bien sabida que nunca está de más.

Aún no he visto la nueva de Tarantino, pero sé que este friki de cuidado habrá llenado su obra de detalles de dicha trilogía y unas cuantas más de Leone. No lo oculta y lo reconoce, y aún así le resulta fresco el producto. A lo mejor ha sabido ver cuales son las claves de las mejores obras y como éstas, por mucho que se repitan, siempre funcionaran y nos recordaran lo grande que es el cine y la propia vida.

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