El futuro ya
está definido, solo hace falta mirar el presente y darle una vuelta
de tuerca extra. Para empezar por algo muy cercano y común, tenemos
Internet, donde todo ordenador posible se conectará automáticamente
a otro super-ordenador o servidor central que tendrá toda ley,
costumbre y sentido cibernauta. Ya no hará falta que llames a nadie
para arreglar el aparato, pues ese cerebro central repasa diariamente
sus miles de millones de conexiones para asegurarse que todas están
idénticas y bien, eliminando virus y errores a partir de copias
previas de seguridad.
También
sucede que el piratear y lo ilegal será imposible, pues el cerebro o
la reina de los ordenadores lo limpiará casi al instante; siendo
mejorada su velocidad en un milisegundo cada poco tiempo. Es por ello
que la policía informática serán ahora gente de acción, paseando
por casas sospechosas donde tipos han enlazado sus ordenadores con
conexiones anticuadas, y todo para pasar datos entre sí a espaldas
del mundo.
El Internet
cogerá tanta fuerza que absolutamente cada ser humano estará
conectado a ello, quedando como parias aquellos que no pueden. En
teoría hay pocos de estos, o debería ser así, pero los datos serán
falseados o desinformados para la tranquilidad del ciudadano común,
ajeno a los datos reales que podrían alarmarle.
La realidad
económica propia son dos tipos de suerte: o naces teniendo o sin
tener, una ecuación sencilla pero decisiva a la hora de definir una
vida. Estos dos extremos son mundos tan diferentes que barajar una
alternativa se hace difícil, tan acostumbrados a lo que viven desde
siempre.
Los que
tienen abusan de compras que hinchan al gigante económico hasta ver
dónde está su límite, para ver como explota y tener que volver a
empezar. Ha sido algo que ha sucedido tantas veces, y cada vez con
más rapidez, que se le ha terminado llamando “Big-Bang” con una
naturalidad un poco escalofriante. Los que tienen, son
despreocupados, pues se conforman con comprar lo que puedan y
mientras puedan para así tener entretenimiento mientras dure la
explosión económica y ésta tenga que volver a subir, comprando de
nuevo poco a poco para prepararse para el siguiente “invierno”.
Sus vidas
estás reguladas y registradas en lo central, siendo raro aquel que
se salga de las acciones de levantarse, estudiar/trabajar y
relacionarse días específicos, días donde siempre conocen a su
pareja para formar una familia y no ser menos que nadie. No hay otro
modo, ¿y qué necesidad habría de ello? Es la seguridad absoluta,
siglos de evolución han logrado esa fórmula perfecta que ya no se
debe alterar. Saben que así lo central tienen mejor control sobre
cada uno; y así debe ser, para que el mundo perfecto siga girando...
Los que no
tienen están algo olvidados, pero siguen muy presentes en las mentes
de los que quieren la perfecta sociedad. Nace, viven y mueren, siendo
su vida aleatoria en dependencia a su astucia y suerte, siempre
buscada por cada uno. Algunos filósofos de esta categoría gustan de
presumir que son libres, que no viven con el miedo de un sistema que
se desmorona puesto que ya lo ha hecho, decidiendo cada día que
aprender y a dónde ir. Pasan hambre y dolor, pocos mueren de viejos,
pero no conocen otra cosa y les parece que es así es la ley de vida,
que así ha sido siempre todo.
Esta zona de
la población es tratada como paria por incomprensiones y la falta de
empatía para entender el concepto de haber nacido así. Pero por lo
que más son repudiados son por el sexo, pues estos lo practican de
forma real constantemente, algo impensable para los que tienen, que
saben de sobra que el real solo debe ser realizado muy poco para
reproducción y nada más, imaginando en sus mentes como el contacto
real constante puede degradar el físico y la mente, explicando en
parte el aspecto común de los que no tienen. Además, teniendo los
programas con infinitas posibilidades de placer sexual, es hasta de
baja inteligencia practicar el sexo real solo por placer.
La primera
categoría está totalmente conectada a la red de redes el 100% del
día, quedando la segunda en un porcentaje muy bajo pero más posible
poco a poco. La forma de funcionar ahora de la parte social de la red
es indicar automáticamente que se está haciendo en todo momento.
“Durmiendo, jugando X juego, leyendo Y libro, practicando sexo
virtual con tal y tal persona, pensando y deduciendo como mejorar una
receta, discutiendo tal tema con mi hermano Z...” el concepto
“secreto” se reserva para aquella gente que no es de fiar, porque
a ojos de la sociedad actual es así, si se tiene algo que ocultar es
porque es malo o ilegal.
Los
problemas infrecuentes que van creciendo hasta ser comunes siguen
existiendo, siendo el principal la adicción a la red de redes. El
“Hikikomori” (concepto con nombre idéntico a una enfermedad
psicológica del pasado que ha evolucionado en otro sentido) supone
la perdida del sentido de realidad a nivel extremo. Se conocerán
casos de personas que poco a poco quedarán absortos por navegar en
la red, aumentando su adicción conforme más descubran placeres y
datos que les satisfagan. Se podrá encontrar gente famélica que
murió cuando olvidaron que significaba “hambre” o “sueño”,
ya no sabiendo identificar estas sensaciones al tener sus cerebros
100% del día ocupados.
Este
problema aún no se ha expandido, siendo más normal aquellos que si
que saben desconectar de la otra realidad para comer o dormir, no
realizando durante toda su vida otras tareas debido a la falta de
sentidos de problemas en sus vidas, todo gracias a haber nacido
“donde se tiene” y por el fuerte sentido de no conocer otra
manera de vivir desde que eran muy niños, resultando hasta
alienígena el concepto de imaginar otra forma o visitar incluso un
lugar físicamente teniéndolo todo, absolutamente todo, sin salir de
casa.
Esto es
posible debido a la comodidad extrema, pues toda comida y crecimiento
de población está controlado, encargándose vehículos programados
para repartir los alimentos necesarios para vivir un mes entero (ni
un gramo más, ni un gramo menos) y dónde la población ha sabido
adaptarse a la perfección. Si alguien no recoge su comida, se queda
sin ella, pero muy raro es el caso que no sucede así, pues todos
están bien educados.
Los que no
tienen, aún se preguntan como se permite eso, o como se llegó a ese
extremo de control, pero de nuevo los filósofos de la calle saben
dar la respuesta de que fue un problema lógico a controlar, que era
necesario y, por lo tanto, susceptible de terminado controlado
constantemente para no volver al inicio del problema.
Las zonas
naturales ya no son tratadas como parte lógica del planeta, si no
como zonas de ocio para aquellos que quieran ver animales no
domésticos, quedando como un constante parque natural donde gastar
tu dinero y hacer fotos para poder subir automáticamente la
experiencia a la red de redes, para discutirlo en conversaciones de
segundos con todos tus cientos de contactos que nunca has visto en
persona.
El nivel de
categoría social dentro de los dos campos generales depende de un
factor que siempre ha sido importante: la popularidad. Cuanta más
popularidad se tenga en la red, más beneficios en la vida se tendrá,
basándose en precisas matemáticas de estadísticas registradas en
el cerebro central en cuanto a aprobación general de comentarios,
visitas a sitios personales, contribución general a otros sitios y
actividad media en la red (en parte se achaca el problema Hikikomori a éste factor), pudiendo ser popular de la noche a la mañana
(tal cual) y a la inversa.
Como el
dinero se ganará automáticamente según lo trabajado y contribuido
a la sociedad, ser popular en la red de redes dará beneficios extras
a veces más altos que en el propio trabajo, dependiendo de la gente
que te observe y lo interesadas que estén las marcas en pagar por
ti. Ahora cada alma tiene precio, pues hay páginas oficiales donde
poder verlo, donde se registran todos tus movimientos y se va sumando
esos puntos para saber en que posición del ranking mundial quedas,
soñando con que tu persona tenga mucho valor para tener éxito en la
vida a ojos de todos los conectados: la humanidad. Derrotando
aquellos primeros cibernautas que hicieron historia por pasar años
en páginas arcanas donde asentaron bases como pioneros de un nuevo
mundo.
“La
Publicidad del Consumo” (nombre que ya no se oculta por ser una
mentira que se hizo real hace tiempo) será algo esencial si quieres
ser alguien en la vida, habiendo tantas marcas y productos como
personas pudieran haber. El cerebro humano se ha acostumbrado tanto a
ello que ahora trabaja más el subconsciente que lo consciente, todo
por un bombardeo de imágenes y sonidos constantes que nos sugieren
como deberíamos ser o comer, pudiendo variar cada día fácilmente
la idea de como ser o consumir. Ha sido tal la constante información
que las defensas mentales son ausentes desde bien temprano,
analizando y memorizando toda clase de datos que ni se recuerdan el
origen, simplemente se sabe, y con ello la posibilidad, aunque sea
pequeña, de poder consumirlo.
Los que no
tienen, se salvan en parte de esto, teniendo personalidades más
fijas que son criticadas por los volubles diarios.
La vida será
tan rápida que el concepto de tiempo apenas se notará entre ironías
de estar tan perfectamente medido con la tecnología reinante. Debido
a activarse tareas y sucesos en días y momentos específicos, éste
perderá el sentido en la mente para ser algo automático en el
cuerpo, siendo raro (y posiblemente traumatizante) que no suceda así.
El mundo
ahora es el propio concepto de tiempo, algo abstracto que no existe
pero que está ahí después de todo. El mundo es un reloj, perfecto
e inmutable donde las partes sucias y oxidadas son esa gente que hay
que limpiar “o salvar”, aunque estos no lo hayan pedido. Se ha
luchado durante siglos para conseguir que esos engranajes encajen y
giren para siempre, ¿por qué cambiarlo? Si algo funciona bien...
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