*Advertencia: El siguiente texto es un experimento
del señor autor. Después de leer “La Chica de al Lado” de Jack
Ketchum, se animó a escribir sobre un relato que se dejara llevar
sin pudor. Cuanta más edad tengas, mejor para leerlo.
El autor no cree volver a escribir sobre estos temas.
Pero nunca se sabe; nada se sabe, y menos los pensamientos en los
ojos de un asesino*
Violencia y Sexo: Un Relato de Medianoche
Alguien
pasea por un vecindario y escucha un piano. Se a escuchar.
Dos amigas
íntimas. Ella, la pelirroja, enseña a su amiga morena a tocar el
piano. Es delicada conforme posa sus manos sobre las de su amiga
novata. Era una noche para las dos, para olvidar los problemas. Han
cenado y ayudan al estómago con un copa. Aprovecha para rozarla,
mirarle el pecho y posar con poco disimulo su mano sobre el vientre.
A su amiga no parece importarle hasta que dice de ir a ver la tele,
donde seguro echan alguna de terror.
En el sofá
se tumban y la pelirroja no disimula su excitación. Poco a poco la
acaricia. Miran la película donde se abre una puerta con lentitud,
sin emitir sonido. Se cuenta la leyenda de quien entra, una chica que
murió ahogada en el lago por una imprudencia propia de jóvenes en
busca de diversión. Se dice que el alma volvió y mató a cada uno
de una forma relacionada con ahogamiento. La leyenda urbana concluye
que donde haya un incidente de asfixia, ella volverá para vengar de
igual forma el nombre de la víctima.
Aburridas en
un punto, hablan de cómo fue su primera vez. Fue con hombres, una de
ellas siendo muy joven y de forma desagradable, medio violada en
clase por el chico que le gustaba. Queda un ambiente. Ella la besa,
con suavidad hasta la lengua. Con rudeza dulce. Se oyen gritos de
mujer en la tele, pronto se sumarán más dentro y fuera. Se quita
los pantalones.
Se pone
encima y los pechos se aplastan, las bragas se rozan bajo falda y en
el contorno de las nalgas. Cierran los ojos y se dejan llevar por los
deseos. Vuelve a besar con pasión y nota algo extraño en la carne
de la cara de su amiga. Lame y siente como si fuera... abre los ojos
y descubre el pene, un miembro viril entre las dos caras. Alza la
vista y mira con horror al hombre que se agarra lo erecto con fuerza.
Acto seguido vienen los golpes.
La fuerzan a
una felación hasta ahogar. El intruso sigue dándole bofetadas,
disfruta notando la carne apresada en la mejilla, estimulada por la
violencia exterior y los dientes aflojando por cada apretón en el
cuello. Su amiga está apresada por su cuerpo y no puede hacer nada,
ni puños ni gritos sirven; nada. El hombre cansado y dolorido aparta
y golpea la nariz de ella con la palma. Del impulso ella acaba con su
zona baja de la espalda contra el respaldo al otro lado, muy
dolorida, retorciéndose.
El repentino
agarra y arrastra a la morena del pelo hasta las cortinas al otro
extremo del comedor. Descuelga las cortinas sin cuidado y ata los
brazos de su víctima con la fina cuerda. Comienza a abusar mientras
la fuerza del cuello para que sea una estatua húmeda. Se ha
descuidado y la pelirroja contraataca, pero con dos empujones la
lleva de nuevo hacia el sofá. A su merced aparta la tela de sus
bragas y comienza a penetrarla como justa venganza. Le da un puñetazo
en la zona del riñón. Parece calmarla. Eleva y chupa su pie. Muerde
a doler el pulgar. Es lo que hace con sus víctimas, arrancarle los
pulgares para que no puedan huir. Se cansa enseguida de mordisquear
por el dolor de oídos producido por los gritos y opta por una vía
más rápida de propinar dos puñetazos seguidos al otro riñón. Eso
la deja K.O. Se cansa de follarla.
Siguiente
paso.
Vuelve con
la morena y la coge del ano y vagina con el pulgar y el medio. La
arrastra y comienzan a subir las escaleras. La cabeza de la chica
golpea en cada escalón para provocar un ritmo profundo. Escucha
lamento y vomitar por la zona del sofá.
La pelirroja
se recupera. Ignora el mal olor y se arma de valor. La puerta de la
casa está cerrada, el teléfono cortado. Está viviendo el tópico
de la tele, donde una chica armada con un cuchillo busca al asesino.
Inspirada, ella busca por la cocina.
Conforme
sube escucha el agua del baño, se está llenando la bañera. Escucha
por otro lado gritos de la habitación, desgarradores y dolorosos.
Corre mientra le martillea cada grito y emborrona al mundo ahogándolo
en lágrimas. Abre y horrorizada observa la escena de su amiga
empalada por el coño por uno de los salientes tallados del pie de
cama. El hombre de pie sobre la cama la intenta obligar a una
felación para que se calle.
El intruso
ve a la homónima armada y salta en su dirección para enfrentarla.
Todo sucede demasiado rápido. El hombre le propina un patada en la
cadera y un puño en el lado del cuello que la derrumba. Aleja el
cuchillo de un puntapié donde acaba bajo la cama. La coge y la
obliga entonces a ella a la felación. Le llega a la campanilla,
pre-eyaculación la ahoga, tiene los ojos abiertos al extremo y su
visión no se puede apartar de su amiga profanada que intenta escapar
en vano, gritando a cada intento de sus piernas resbalando. Aparta la
mirada al notar su boca llenándose, su nuca apretada con más fuerza
por culpa de un instante preciso, por el aire olvidado... Todo se
nubla. Todo es negro.
Despierta y
está en el aseo. Su amiga está en el lavabo de mano, metida en
imposible, seguramente dolorida por el grifo clavándose en su
espalda. El desgraciado se está bañando y juega con su propio
cuerpo y el gel. Parece muy feliz. Ella está al lado sentada en el
váter. Puede ver la espalda del hombre. Piensa una forma de atacar,
pero le duele mucho la garganta y los pulmones; hasta pensar le
duele. Se intenta levantar pero no tiene fuerzas en las piernas. Se
comunica con breves miradas con su amiga consciente. Ésta deja caer
el brazo para mostrar con disimulo una cuchilla de afeitar en la
mano. Alarga su brazo y ella consigue cogerla mientras el hombre
ignorante no deja de tararear una canción conocida de Beyoncé. Ella
tiene sólo un intento estúpido, pero con un mínimo de funcionar.
Morir o todo. No tiene otra. Se convence. Se convence...
Se lanza al
cuello y logra clavar la cuchilla. Sale sangre pero el corte no llega
a producirse del todo. El hombre la agarra del pelo y con una
voltereta la mete dentro de la bañera. Él fuerza; él domina, hace
levantar olas con su poder. El agua vive, transformada en vano la
energía de la sometida. Entonces juega con el gel sobre ella. Los
muslos, hombros, espalda, cadera, pies, manos, cuello, pelo, ojos,
pechos... cada zona es venerada y analizada en toda su forma como al
mejor mármol. Sus pechos son perfectos para él, sobretodo al
volverlos rojos por pellizcos precisos muy practicados.
Seguro que a
ella en el fondo le gusta.
Sin avisar
la voltea con fuerza para penetrar a cuatro patas, obligando con su
mano a meterle la cabeza bajo el agua. El perturbado disfruta el sexo
que aprieta por el esfuerzo y agonía. Se aparta y deduce que por el
culo será mejor. La penetra analmente con ayuda del gel. No se
equivoca.
Su amiga en
el lavabo intenta moverse pero sólo consigue caer con fuerza al
suelo y producir mucho dolor en los codos y rodillas. Poco a poco el
chapoteo se va calmando. El hombre termina dentro cuando nota la
presión final. Saca a la chica fuera y comienza a hacerle el boca a
boca para reanimarla. Parece incluso preocupado. Se suceden los
empujones al pecho, más aire en la boca, pero no logra nada. Se
lleva con complicidad conocida a la morena, arrastrada del pelo por
el suelo. Ya ni se queja, observando entre lágrimas silenciosas el
cuerpo de su amiga.
Vuelve la
conciencia y ella, guerrera roja, se nota diferente, más preparada.
Ve el mundo de otra forma. Busca por la casa por algo específico,
mientras los gritos sordos de su amiga que se escuchan desde la
habitación le terminan de dar las fuerzas. Son intermitentes, a la
espera de que la salven del dragón.
Se abre la
puerta con lentitud, sin emitir sonido. Dentro del cuarto el asesino
está encima de la chica violándola. No escucha lo que viene detrás.
Es sorprendido por algo alrededor de su cuello, muy fino. La chica
pelirroja tiene las manos cubiertas de varios trapos. Buscó por un
recambio de cuerda de piano y ha enrollado el cuello del agresor.
Aprieta a matar, coloca su cabeza contra la espalda de él como forma
de apoyo. El hombre retuerce su espalda hacia atrás por el peso que
se deja caer; por el peso muerto que no lo terminó de estar. La
morena forzada de piernas se aparta y observa. Se nota excitada, le
gusta ver al hombre ahogarse y con la espalda torcida, con los brazos
intentando agarrarse al aire y la mueca de auxilio y pánico hacia
sus ojos. Se acerca al pene erecto y realiza una felación con furor,
como nunca hubiera o sería capaz de realizar. Justo cuando el tipo
se debilita, eyacula y ella traga un poco, deja que el resto salpique
su cara y sus pechos.
El muerto
cae de lado fuera de la cama con un golpe seco y descubre a su amiga,
su salvadora y amor. Se acerca y la ayuda a restregar el semen por el
resto del cuerpo. Se acarician mucho más. Poco a poco se abrazan y
comienzan a hacerlo. Se frotan en el eterno de la noche por haber
ahogado al tiempo. Se frotan y dejan que todo sea húmedo y caliente,
un paréntesis en la memoria que no se olvidará. Se frotan... al
terminar con la pasión en un grito de placer, se vuelve al sofá
donde las dos se hallan como al principio. Han terminado de tener
sexo.
La pelirroja
se hace a un lado y abraza a su amiga. Parece que le ha gustado. Las
letras en la televisión están surgiendo como una cascada inversa.
No se dicen nada, pero se besan y acarician con cariño. Empieza otra
película y se quedan mirándola. Ella no lo puede evitar y comienza
a meterse el dedo. Su amiga la mira de reojo y se ríe por lo bajo.
El dedo acelera, cada vez con más fuerza alcanzando nuevos límites.
Desde la oscuridad de atrás surge una sombra que porta una soga.
Mira la cara del hombre de enorme nariz al que no reconoce. Ella no
le esconde su mueca de pronto orgasmo mientras la soga le rodea el
cuello.
Su vagina
apretó.
Su cuello
encogió.
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