A la hora de
crear como un artista tenemos varias opciones, bueno, mentira,
tenemos mejor dicho infinitas opciones. La imaginación es algo
infinito, a lo largo de cientos de generaciones personas de todas
clases han demostrado de lo que es capaz la imaginación cuando se
manifiesta en lo físico con eso que llamamos creatividad.
Todo los
cambios del mundo y por haber se producen gracias a la creatividad,
absolutamente cada avance del humano por pequeño que sea fue gracias
a esta. Sin embargo, entre todas esas ideas hechas realidad subyacen
las que no sirven, en un principio, para nada. Aún encima dentro de
esa categoría están las que sirven menos aún para algo. Pero aún
así nos pueden llenar y son más comunes de lo que creemos.
Cuando
creamos me gusta ver dos tipos de creatividad, la copiada y la
original. Todas las personas tenemos ambas, aunque en realidad solo
tenemos un tipo de creatividad pero estamos tan convencidos por
decenas factores que la hemos acabado separando en dos.
A la hora de
crear de cero tenemos una especie de manía, mal hábito como lo es
el crear basándonos en algo. Se crean grandes obras así y es la
evolución lógica, a partir de lo anterior se mejora y se sigue
adelante. Pero las influencias tienen la negatividad de que nos matan
la creatividad en el sentido de que nos dan una base ya hecha. Nos
ahorra trabajo, sí, pero van a haber elementos que no son tuyos, que
no son tu firma o personalidad. Aún así hay artistas que cogen lo
existente y lo hacen suyo, convirtiéndolo en una suerte de
personalidad propia donde lo anterior es reconocido por similitud
pero no por firma del anterior autor.
Luego está
la mejor creatividad, la que crea de cero, la que logra librarse de
influencias externas y desde un vacío casi absoluto idear una base
donde posiblemente otros artistas trabajen. Parece difícil alcanzar
esto, pero os aseguro que no lo es tanto. Con un poco de esfuerzo uno
puede acostumbrarse a crear de esta manera y lograr obras originales
más frecuentemente que de otra forma. No me vale eso de que todo
está inventado, es una auto-excusa para sentirse bien por no haber
creado una historia original. Haz honor a tu imaginación y
esfuérzate por crear algo sin basarte en nada, sin pensar en otras
obras. Por probar que no quede.
Un estilo
que siempre aplicaba Davinci era basarse en la naturaleza. Él tuvo
maestros, admiró otros autores, pero a la hora de crear se
maravillaba con la realidad, con la lógica de la madre naturaleza y
con los pequeños detalles que nadie más sabía apreciar. Te invito
a que imites al maestro en ese sentido, que analices como actúa la
naturaleza y las leyes de la física para aprender y crear a partir
de la misma esencia de las cosas.
También es
un ejercicio sano el debatir lo obvio, lo que vemos a menudo, la
lógica más pura y trastocarla, convertirla en otra cosa. Hace poco
por ejemplo me debatí la gravedad y busqué una alternativa. Sonaba
a majaderías, pero había creado algo de cero y sin basarme en
ninguna otra obra, así que contento quedé por haber exprimido mi
creatividad aunque el resultado fuera una teoría con poca base
científica.
Así que me
viene una duda de las grandes. ¿Es bueno leer de todo? ¿Es
necesario aprender de cuantos más artistas mejor? Sí y no desde mi
punto de vista, donde sí porque se aprende y se mejora mucho
dándonos cuenta de detalles de los que no nos habíamos percatado, y
no porque uno se contamina de influencias y acaba creando obras donde
no se reconoce la personalidad propia. Lo suyo es tener un punto
medio de los dos aspectos, pero a veces me gusta estar largas
temporadas sin leer para así olvidar y que a la hora de escribir no
me parezca a nada que haya leído recientemente, ayudando a mi estilo
personal a seguir desarrollándose.
Luego está
el mezclar, claro, que es coger un poco de todo lo que veas para
crear un jarrón literario donde se cuenta una historia con esencia
de otra bien distinta. Como por ejemplo un Western futurista o un
prehistórico descubriendo como manipular átomos.
2 comentarios:
Interesante reflexión. Supongo que estoy de acuerdo contigo en que lo ideal es un equilibrio. No se si se puede crear de cero, ser absolutamente original, pues todo cuanto nos rodea condiciona, la cuestión es intentarlo. Para mí lo importante es tener un sello propio, aunque beba de variadas influencias (en cine un ejemplo claro de esto sería Tarantino :))
Ese ejemplo es más que perfecto, donde se nota una marcada influencia del cine setentero y toques de los maestros Sergio Leone con Kurosawa así como directores más violentos.
De cero es harto difícil crear, desde que nacemos se nos condiciona la forma de ver el mundo. La magia de ese equilibrio es encontrar en lo cotidiano y transformarlo a nuestro filtro. Hay artistas que simplemente plasman lo que piensan y ven, cosa que sorprende a los demás mientras que a ellos les parece lo más normal del mundo.
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