El salón era un lugar prohibido, permitido tan sólo a los adultos que poblaban la casa. De vez en cuando, de él salían melodías de piano que nosotros, los niños, escuchábamos con las orejas pegadas a la puerta. La puerta, maciza y antigua, se abría deslizándose y Jenaro, nuestro mayordomo, la abría con ceremonia y la volvía a cerrar haciéndonos aspavientos para que dejáramos de espiar tras ella. Aún recuerdo un día en que vi a mi padre hablando en francés con Monsieur Legard, el vecino de la parcela de arriba de la nuestra. Las palabras surgían de su boca acompañadas del movimiento de su bigote y yo me quedé fascinado mirando más de una hora por la rendija que había quedado abierta.
El día de Navidad era diferente. Entonces nos juntábamos todos en el gran salón y venían mis tíos y mis primos y mi madre tocaba el piano y todos cantábamos villancicos y canciones populares dirigidos por ella. No puedo olvidar el embrujo que ejercía sobre mí aquel instrumento gigante pero delicado al mismo tiempo. Me gustaba pegar mi mejilla a la madera y notar la vibración que provocaban las teclas al hacer percutir las notas que, de forma prodigiosa, manaban de su vientre. En esas ocasiones, la estancia se llenaba del olor del tabaco y el de los perfumes y a mí me hubiera gustado que aquellas noches duraran eternamente. Hoy, sin embargo, el piano me parece un anciano al que nadie presta demasiada atención y ahora, sentado en el taburete y con toda la libertad para hacerlo sonar, la pereza o la nostalgia me hacen cerrar la tapa y acariciar las partituras amarillentas que aún adornan la base sobre ella. Si cierro los ojos, aún me parece que puedo oler los aromas de aquellas noches que en mi cabeza, como entonces cuando niño, se me antojan eternas y al mismo tiempo tan efímeras que apenas puedo apresar ya los jirones de un recuerdo que se desvanece con el tiempo.
Escrito por Vantysch en su blog Palabras. Lugar inspirado donde dejarse perder entre textos y memoria.
3 comentarios:
El texto en si no esta mal, en el sentido de si uno lo lee con perspectiva musical pero sin dudarlo tambien lleva una cognotacion social importante en el sentido de la familia acomodada afrancesada...
La pregunta es que musica sonaba.. Musica clasica Jazz, la veo mas una familia orientada a los dogmas que marcaba el sistema de aquel momento.
Y como siempre se me fue la cabeza!!!!
¡Gracias por el comentario!
Para responder tendremos que preguntar al autor original (ya está avisado, a ver si se pasa). Desde mi punto de vista es algo más emocional, la fascinación y emoción por descubrir esa cosa tan grande casi mágica que emitía vida propia con forma de música.
Es como cuando uno descubre la música, ¿tú lo recuerdas? Por mi parte no, pero sé que siempre ha estado ahí.
En primer lugar, gracias Juanse por compartir el texto. Es difícil tener un recuerdo tangible y concreto de la primera vez que tuvimos contacto con la música. En el caso del protagonista, evoca el mismo asociado al ambiente y los olores de aquel salón y las vibraciones del piano. Puede también interpretarse como reflejo de la sociedad aburguesada del siglo XIX o XX. En cualquier caso, todo lleva la pincelada de las notas que salen de un instrumento majestuoso como pocos.
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